El morir psicológico
En las lecciones anteriores ya aprendimos sobre nuestra constitución interior y sobre los defectos psicológicos y también cómo estos actúan en los centros de la máquina humana.
Aprendimos también que podemos ver y sentir estos defectos actuando a través de la auto-observación.
En esta lección aprenderemos el principal tema de todo el curso, pues corresponde a la etapa principal para todas las personas que realmente quieran cambiar interiormente, que desean transformarse en personas mejores, eliminando de su interior los elementos psicológicos indeseables que son los responsables por nuestras limitaciones, inconciencia y sufrimientos.
Este tema es el morir psicológico, también conocido como muerte mística o muerte psicológica.
Vamos a hacer ahora una rápida revisión de algunos puntos ya estudiados y que son fundamentales para la comprensión de este tema.
Vea abajo el gráfico que muestra nuestra constitución interior:
Lo que es importante saber claramente para esta lección son los conceptos de Esencia y de Ego.
Entonces veamos:
El ego.
El ego es la suma de nuestros muchos defectos psicológicos que viven en nuestro mundo interior y que fueron criados y continúan a ser alimentados inconscientemente por nosotros mismos.
Esos defectos se nutren de las energías de los centros de la máquina humana.
No hay nada de divino o superior en el ego, él es realmente la causa de nuestros sufrimientos, inconciencia, errores, vicios, etc.
En el antiguo Egipto el ego era conocido como los demonios rojos de Seth.
En el Bhagavad-Gita el ego está simbolizado con los “parientes” con los cuales Arjuna debería trabar terribles batallas.
En la mitología el ego es, entre otros simbolismos, representado por Medusa, causadora de todo tipo de sufrimientos al hombre y que es degollada por la espada de Perseo.
En la Biblia podemos reconocer el ego en el pasaje del endemoniado geraseno (Marcos – 5,1-20), donde el divino maestro Jesús pregunta al demonio su nombre, que le contesta: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos.” .
También en el cristianismo podemos encontrar el ego en los llamados siete pecados capitales relacionados por Tomás de Aquino: lujuria, ira, envidia, codicia, gula, pereza y orgullo.
La Esencia.
Nuestra conciencia es una partícula divina, que podemos llamarla también de Esencia.
Como escribió Victor Hugo:
“Escucha tu conciencia antes de actuar, porque la conciencia es Dios presente en el hombre”.
La Esencia es lo que tenemos de más noble dentro de nosotros y es inmortal.
Conforme vamos eliminando los detalles del ego vamos fortaleciendo esa conciencia o alma, ya que cada YO mantiene aprisionada una fracción de nuestra Esencia.
Considere cada YO como una botella que mantiene un poco de nuestra conciencia aprisionada. Rompiendo la botella retorna a nosotros aquella parte de la conciencia que estaba aprisionada.
Así es como vamos cambiando interiormente, substituyendo poco a poco nuestros muchos defectos psicológicos por nobles y bellas virtudes.
La Madre Divina.
Hay en nosotros también una otra partícula divina la cual llamamos de Divina Madre. En las antiguas culturas ella siempre fue conocida y venerada.
La Casta Diana griega, la Isis egipcia, la Tonantzin azteca, la Shakti hindú, la Stella Maris de los alquimistas medievales, María Nuestra Señora de los cristianos, etc., son los otros nombres dados a la Divina Madre dentro de los simbolismos de cada cultura y época.
Así cómo nuestra madre física, ella cuida de su hijo o hija y es individual. Cada ser humano tiene la suya.
Debemos siempre pedir su ayuda, su conforto y su protección.
Ella no abandona nunca al hijo suplicante, desde que éste tenga una conducta digna. Su principal misión justamente es la eliminación del ego, de cada defecto psicológico que conseguimos percibir a través de la auto-observación.
Con la ayuda de ella es que vamos muriendo psicológicamente, eliminando los defectos psicológicos.
La Muerte Psicológica.
El trabajo de la muerte psicológica es antiquísimo y siempre fue enseñado a la humanidad por los varios Maestros o Avataras que vinieron para enseñarla, mostrándonos los medios para acabar con nuestros propios sufrimientos y limitaciones.
Jesús Cristo ( el más venerado por todos), Buda, Quetzalcoalt (el Cristo azteca), Hermes Trismegisto en el Egipto, Krishina entre otros.
Cada uno nos enseñó la misma doctrina, pero adaptada a su tiempo, con sus propios términos y símbolos.
Infelizmente cuando el Maestro parte, los hombres, manipulados por sus propios egos, empiezan a distorsionar la doctrina y poco a poco lo principal se pierde o es ocultado a la humanidad.
Práctica
Primeramente es fundamental estar en auto-observación, poniendo atención en nuestras emociones, sentimientos, pensamientos, etc.
Cuando percibimos la actuación de un defecto psicológico en alguno de los centros de la máquina humana, pedimos a nuestra Divina Madre para que ella lo elimine o desintegre.
El detalle es entonces inmediatamente eliminado y rescatamos la parcela de conciencia que él aprisionaba.
Es realmente muy simple.
Cada persona hará su petición como crea mejor, de corazón, pero de una forma enérgica, como cuando un hijo pide algo urgente a su madre. La madre entonces lo atiende prontamente.
Cada uno tiene sus propias palabras, pero un ejemplo es:
“Madre mía, elimine este defecto, desintégrelo”.
Si un mismo tipo de defecto insiste en actuar seguidamente volveremos a pedir por su eliminación.
Eso ocurre cuando un defecto es muy fuerte, cuando fue “alimentado” por mucho a través del tiempo.
Sin embargo, utilizando la técnica de la muerte psicológica cada vez que el defecto actúe, este irá perdiendo su fuerza hasta que finalmente muera.
Podemos hacer una analogía entre el ego y un árbol.
Un árbol se desarrolla y se mantiene vivo y fuerte retirando del suelo los nutrientes necesarios para su sobre vivencia y para eso depende totalmente de sus raíces, ya que estas son la parte del árbol que efectivamente lo alimenta.
Ahora consideremos el ego es como un árbol que depende totalmente de los pequeños detalles o los YO (que podemos comparar a las raíces del árbol), ya que son estos los que retiran la energía suficiente de los centros de la máquina humana y así mantienen el ego vivo.
Si cortamos las raíces del ego, que son los defectos psicológicos, a través de la muerte psicológica, consecuentemente el ego irá gradualmente perdiendo su fuerza, desnutriéndose y muriendo, igual como cuando cortamos las raíces del árbol.
También puede ocurrir lo contrario, o sea, se permitimos que los detalles actúen todo el tiempo en los centros de la máquina humana, el ego irá tornándose cada vez más fuerte y desarrollado. Eso es lo que infelizmente ha ocurrido con nosotros hasta ahora.
Durante el curso vamos a conocer también nuevas facetas de los defectos psicológicos y entender por qué muchas veces tenemos actitudes y comportamientos que en verdad solamente nos perjudican.
De cualquier forma el medio para la eliminación de cualquier defecto será siempre la muerte mística, por eso no deje de colocar en práctica lo que aprendimos en esta lección.